viernes, 17 de febrero de 2017

El infinito y vos.

Manuel hoy volvió a cine. Magali estaba contenta porque el merecía ese lugar, sin embargo, ella sabía que una parte de sí, se iría con él. Estaba preparada para aquello que se avecinaba, lo imaginó como una gran ola que se le caía encima. Aún no puede ver, pero sabe que todo será para el bien de ambos.

- No puedo acompañarte.- dijo.
- Creo que es una señal. - sonrió. 

Esas palabras fueron clavadas como un cuchillo, sabía que ya la había soltado, y había un nuevo mundo frente a sus ojos. 

El olor a vereda mojada, el olor a calor mojado; fue lo primero que sintió Magali cuando cerró la puerta de su casa y se dirigió sola y con un paraguas enorme a pasear. Quería sentir el olor a lluvia, no podía quedarse encerrada, una sensación extraña comenzó a recorrer su rostro. Vio un pájaro esconderse entre las ramas, y un gatito maullar en un balcón. Se vio a si misma parada en una esquina esperando, no quiere volverse un cliché. Tiene mucho miedo, ahora si puede presentir la gran soledad, y el devenir de lo invisible. 

Sueña con ser una gran escritora, pero las circunstancias nunca dejan que ella pueda llegar a logran un deseo, ayer soñó con andar en bicicleta, hoy sueña con ese chico que no tiene cara, que corre vestido de negro por el bosque, ella le grita, por qué, el sigue adelante. Cuando logra acercarse no tiene rostro, pero estp no le preocupa, ella quiere saber porqué. Y escribe: 

"Lo mira, lo toca, le toca el pelo, le dice que es lindo. Lo mira de nuevo, se sonroja, hablan, se ríen. Van en bici se pierden, se besan, pero miran tele. Se abrazan, él la vuelve a besar, es lindo. Le muestra la cicatriz y es linda también. Van a la cama, miran dibujitos. Se tocan. se huelen, se miran se besan. Se conocen. Todo vuelve a ser como antes. Duermen mucho, llueve, se ríen, No quiere desayunar prefiere irse. "

Cierra su cuaderno, prefiere contemplar el paisaje. No puede dejar de fantasear, de recordar. Seguir siendo la no elegida, la que sobra, la echada, la no aceptada, aunque parezca lo contrario...

Sin embargo, Manuel sigue esperando que le den un ok, esta pensativo, sentado junto a la cocina. No sabe qué decirle, cómo empezar una conversación sin quedar como un pesado; por qué siempre piensa esas cosas? Magali lo mal acostumbró, son el uno para el otro, pero ella sobra en su vida, ya no encaja. Y ella fantasea. Van y vienen, van y vienen, pero no sabemos si esos escombros son capaces de soportar más tormentas. 


jueves, 9 de febrero de 2017

La Maquina y yo

La habitación era pequeña el calor de la madera hacía que la niña transpire. Pero ella no sentía el fuego en su cuerpo, sólo era una niña entretenida con la tele. Tenía un cabello enrulado color castaño, ojos pequeños y sonrisa enorme. Se le había caído un diente y esperaba con ansias el sobre con dinero que le dejaban debajo del almohadón. Siempre supo que era su abuela quien lo dejaba a escondidas cuando ella aún dormía, sin embargo, no quería decirles que sabía la verdad. Le gustaba fantasear, y creer que un ratón era quien cruzaba la ciudad, el desierto, y los mares para dejarle en un sobre un billete de dos pesos, o unas monedas. Se lo imaginaba como la película de Faivel.
Paulina no quería ir a la escuela, su madre no la escuchaba. No le prestaba atención a su expresión de temor, sólo le repetía que sería una ignorante sin futuro. Ella era una niña poco sociable vivía imaginando cosas, muchos de sus compañeros se burlaban de ella porque la encontraron hablando sola. Ella gritaba que no estaba sola, sino que era Te quien la acompañaba. La maestra no le dio importancia hasta que un día encontró a Paulina escondida en el baño llorando. Su madre la amenazó con sacarle la tele si no dejaba de pelearse con sus compañeritos. Todas las tardes hasta pasada la media noche, ella se desvelaba mirando la programación y películas de todo tipo. Le gustaba estar sola, su madre dormía a lo lejos en una cama enorme, ella sentada en su pequeña cama tenía los ojos como dos huevos fritos, hasta que el televisor, largara lluvia por la pantalla.
Comenzó a dibujar a su amigo, era rubio, alto, podía convertirse en un líquido caliente, y del dedo le salía un cuchillo. El la defendía de sus agresores, ella viajaba con él en su camión, y cuando la molestaban los pisaba, luego largaban juntos una carcajada. Le había enseñado a hablar, le leía sus libros y le contaba historias donde siempre ganaban los malos. Nadie la entendía. un día en el patio del colegio, ella conversaba con Martín.
-          Me gustan los malos, pero ….¿por qué ellos siempre pierden?
-          Porque tiene que triunfar el bien y los malos apestan.
-          Eso es mentira- ella gritó.
-          Sí, porque siempre en las películas el malo muere, o lo encierran.
-          Odio eso.

El la empujó. Cayó de espalda al suelo verde del colegio, todos a su alrededor rieron. Ella quedó sola, mirando hacia abajo. Te, quien estaba allí, se acercó para darle la mano, ella le suplicó que golpeara a Martín. Él le sonrió como pudo. Esa tarde para levantarle el ánimo llevó a pasear a Paulina en su moto, ella sonreía y el viento le revolvía el pelo hacia atrás, tomaron la merienda juntos. Luego, se acercaron a la casa de Martín, y él le mostró como de su dedo podía salir un cuchillo y clavárselo en la cara. Nunca más la molestó. Se sentía protegida, le contaba sus secretos, y era el único que podía comprenderla. Así fue eliminando a todos sus agresores, y obstáculos en su camino. 
Ella lo amaba, lo había creado, era su mejor amigo, su protector. Sin embargo, había que dejarlo ir, porque su misión había terminado. Ella tenía que seguir su camino sola, entonces, lo llevó lejos, fueron juntos en el camión, se tomaron de las manos y saltaron juntos. 

Paulina despertó de una larga ensoñación había entendido que la fantasía no ayudaba en su relación con el mundo, Te, había muerto, ella lo mató y luego volvió a prender la tele...

Una especie de presentación.

“No hay una construcción posible en soledad” Mi nombre es ayito y soy disca. O, técnicamente hablando persona con discapacidad. ...