Qué es la angustia? una enfermedad de la modernidad? o siempre sentimos ese pozo sin fondo en el pecho?. El editor hoy se levantó con una molestia, y se reportó enfermo. El narrador lo fue a visitar, estaba angustiado.
La protagonista paró la oreja, corte ella sabe sobre el tema. Se acercó y dijo angustia viene de angosto, entonces hay algo en tu pecho que te angosta, (se rió). El narrador discutió un largo rato con ella porque el es un ente muy sabio.
Se encontraba camino a su nuevo trabajo, se había levantado mucho mejor que los días anteriores. Le hace bien hablar con él. El le habla sobre literatura, sobre ser escritor, sobre sus personajes, sobre sus problemas sociales. La protagonista se siente útil nuevamente. Ocupando un lugar que a pesar de todo, le esta agradando. Ayer, escribió sobre un adiós, hoy se encontraría con chicos rebeldes, muy mal llevados, que no hacen nada, que no quieren escuchar. Que se pegan en el aula. Entro pensando en esas cosas, en como lo resolvería que se yo, uno en el trabajo siempre tiene que estar atento (reflexiona el narrador). Ingresa al lugar, ya conoce el camino laberíntico, la rutina de siempre. Primero las tutorias, tres pibes tranquilos. Luego de una hora y media el grupo grande. Ingresan de a uno o dos, te saludan, te miran raro, se preguntan entre si quien es "esta", cómo te llamas, y por qué estas ahí.
Todos se sientan, hacen ruido, gritan se ríen, el espacio es tan cerrado que no se entiende lo que hablan, porque el sonido se va hacia los costados, y sólo ves que abren la boca, intentas sacar por contexto. Todos se acomodan, menos uno. Obvio. Alto, morocho, le faltaban algunos dientes, su corte de pelo característico. Campera blanca con unas rayas negras en los brazos, un pantalón negro, con el logo de nike, pero se notaba que no era ni ahí originales. (aquí la protagonista tiene muchas imágenes, son referencias porque ella es muy barroca.) Se quedó parado y no quería hacer mucho, contestaba de manera seca. Comenzó la clase, se copia en el pizarrón, preguntan siempre lo mismo, chiflan para hacerla sentir incomoda, comienza a llamarla, profe me ayudas, profe vení, profe lo lees, profe me lo copias vos. Todos a la vez, y si a todos. Algunos resuelven las consignas, otros no copian nada, se quedan sentados, no molestan. Otros se sientan en grupo.
Finalmente, el chico que se encontraba parado se sentó y la llamó para que lo ayudara, accedió comenzaron a resolver las consignas, le pregunta de donde sos, ella responde. Le pregunta quien era la del nombre tatuado en su brazo, le responde mi hija, cuanto tiene; y tenía un año y media, ah y porqué tenia, porque falleció hace unos meses. Ah bajón. Si corte que vos tenes hijos, pregunta. No, porque es alta responsabilidad tener uno. Sí es verdad, y sobrinos?. Sí y también murió. Ah profe, pero que le paso? la protagonista le cuenta su historia, se escuchan. Tienen vidas parecidas, o sufrimientos similares, se acerca otro chico, profe me podes ayudar. Espera que estamos hablando cosas serias, responde el otro.
Todo se fue calmando, seguían sentados intentando terminar la actividad, querían irse al facebook. Ella observa, le duele la cabeza por el ruido, no sabe qué decir, es la profe o qué es? no hay una linea tan estrecha entre ellos, los comprende. Pero quiere que entiendan, se desespera un poco. Logra decirles, que bueno hay otro camino. Pero para ellos también ? duda. No mejor, otro día retomará la charla. Porque no necesitan distinguir un verbo de un adjetivo, necesitan ser escuchados, contenidos. Ellos también están angustiados.
¡Y nada más! ¡irme y nada más! No quiero ver más gruesa del llavero ni mirar la pared si el pasarela grita para tapar quejidos y lamentos.